Solo en Berlín
Hans Fallada 
Maeva
Berlín, 1940, la ciudad está dominada por el miedo. 
Cuando la cartera Eva Kluge llega a casa de los Quangel en el número 55 
de la calle Jablonski, con una carta que les anuncia la muerte de su 
único hijo en un campo de batalla francés, el golpe es terrible, 
insoportable. Es el principio de la Segunda Guerra Mundial y toda la 
ciudad, todo el país y pronto media Europa, vive bajo el yugo del 
régimen de Hitler. Otto y Anna Quangel se plantean entonces si están 
haciendo todo lo que está en sus manos para luchar contra el Tercer 
Reich. Sí, son gente corriente, sin ninguna posibilidad frente al 
régimen nazi, pero ¿realmente se pueden quedar de brazos cruzados cuando
 la barbarie se ha llevado a lo que más amaban en el mundo? ¿Pueden 
compartir el mismo silencio cómplice que la inmensa mayoría de la 
población? Empieza entonces un acto de heroicidad que llevará a Otto a 
distribuir tarjetas postales de denuncia a Hitler por todo Berlín; y a 
perseguir al ambicioso inspector de la Gestapo Escherich. Muy 
probablemente constituye un acto suicida y también un peligroso juego en
 el que, sea quien sea quien pierda, lo pagará con su propia vida.

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